Ese viernes 26 de febrero era un día normal, un día más que solo iba a marcar el fin de un verano, la ciudad de Santiago rebozaba tranquilidad pues muchos de sus habitantes estaban disfrutando lo último de las vacaciones. En la Decimoctava Compañía al igual que todos los bomberos debíamos seguir operando con total normalidad, los guardianes debían mantener su compromiso irrestricto de resguardar el sueño y descanso de su comunidad. Todo esto estaba enmarcado en una extraña paradoja pues ese 26 de febrero llamaba la atención la baja cantidad de llamados, los bomberos de Santiago tan solo acudieron a 4 actos del servicio, lo cual era una cifra muy menor a lo que normalmente ocurría en un día cotidiano, esto sería el primer y cruel contraste con lo que sucedería más adelante.
Sin embargo, ese día tenía algo especial, pues nuestra brigada juvenil “Manquehue” se había planificado para realizar su última guardia nocturna del verano, esto significa que se autorizaba a los jóvenes pernoctar en el cuartel durante un turno normal de guardia nocturna. Ya más caída la noche y a portas de entrar al 27 de febrero la tónica seguía siendo igual al día anterior, los timbres no sonaban y las radios estaban silentes, nuestro cuartel figuraba con una máquina en servicio (más nuestro nuevo Z-18 disponible) y con dotación de 10 bomberos para acudir a cualquier emergencia que aconteciese, pero se sumaba la compañía de los entusiastas jóvenes que participaban a plenitud de la vida bomberil, se divertían con juegos, competencias, aprendían y estaban siempre muy atentos a todas las comunicaciones radiales esperando “el llamado” para abrir rápidamente los portones y adoptar posiciones de vigilia tanto en los portones, radio y vigilar todo lo que ocurriese en el cuartel, todo esto mientras los carros salían a un acto de servicio.Pasaban las horas con lentitud, ya son las 3 de la mañana de ese 27 de febrero y como es de esperarse los guardianes nocturnos dormían, mientras que la brigada al revés de sus pares voluntarios seguían activos y en vigilia, pues ellos sabían que siempre en esas situaciones había una alta posibilidad de un “ejercicio sorpresa” de guardia nocturna, donde muchas veces la ansiedad y la emoción les impedían que pudiesen conciliar el sueño. En esta ocasión no sería distinto, pues se había planificado una capacitación de infantería, uso de uniformes, búsqueda y rescate, esta sería una nueva oportunidad en donde los jóvenes pondrían en práctica todas las instrucciones aprendidas en sus cortos años de servicio y poder llevarlas a la práctica. Esta actividad había dado inicio a eso de las 3 en punto de la mañana, ya siendo cerca de las 03:30 de la mañana el ejercicio se estaba desarrollando con normalidad según lo planificado, luego de practicar infantería y revisión de uniformes el grupo se encontraba en el subterráneo preparando el escenario para la práctica final, fue en ese momento y siendo las 03:33 de la mañana nuestro ejercicio se vio interrumpido repentinamente, un corte de la luz afecto a la totalidad de nuestro cuartel quedando solo al amparo de las tenues luces de emergencia. Como era de esperarse de inmediato todos nos quedamos inmóviles y debimos pausar las actividades, brigadieres e instructor de inmediato prenden las linternas portátiles de servicio y se da la instrucción a los brigadieres de permanecer en el sitio mientras como instructor debía revisar el origen de aquella anomalía. El panorama hasta ese momento era como cualquier otro “apagón”, aunque si no dejaba de sorprender lo irregular de este, era poco convencional por la hora y que además era un corte total en nuestro cuartel. Ya estando en recepción era evidente que revisar nuestro panel eléctrico era un ejercicio estéril, el apagón era en todo el vecindario, fue durante esos pequeños lapsos de segundos en donde el silencio se vio reemplazado por una fuerte vibración, los grandes ventanales que protegían la cara de nuestro cuartel comenzaron a temblar con brutal fuerza, pareciera que saldrían disparados y que no serían capaces de mantenerse en su lugar, ahí fueron los primeros segundos en que nos dimos cuenta que nos estábamos enfrentando a un sismo y que por alguna razón hasta ese momento supimos que era el responsable por el extraño corte de luz.
Ante el evento de temblor la primera misión era advertir a los brigadieres y ponerlos rápidamente en un lugar seguro, los segundos avanzaban con una feroz calma y en un abrir y cerrar de ojos mientras me devolvía hacia los brigadieres lo que era un fuerte temblor se transformaba en lo que sería para muchos nuestro primer terremoto.El movimiento era intenso e incesante, la tierra se levantaba varios centímetros y se desplazaba con inusitada violencia de un lado hacia el otro. En ese instante y aferrado solo al pasamanos por la caja de escalas doy la orden a la brigada de: “Brigada formar frente a la sala de máquinas, formar frente a la piscina”, hasta ahí los asombrados jóvenes muchos de ellos ya aterrados salieron trotando y otros casi corriendo hacia el patio interior de nuestro cuartel en donde en una lectura rápida supuse que estaríamos libres de potenciales objetos que podrían caer, muchos tuvieron la astucia de andar con su casco “Bullard” para protegerse aún más, fue en ese sitio en el cual buscaríamos un refugio para afrontar en lo que a esa altura era un terremoto de proporciones. Recuerdo en ese instante las explosiones de los transformadores mezclado con el inolvidable sonido de la tierra estremecerse, un sonido como una avalancha que arrasa con todo a su paso, algo indescriptible al no tener un registro audible previo de algo similar.
Los segundos fueron eternos, pero ahí nos quedamos firmes, todos abrazados esperando a que el movimiento telúrico cesara. Los brigadieres más grandes trataban de calmar a sus pares más pequeños que tenían cara de miedo e incredulidad por lo que estaba sucediendo, fue imposible dimensionar el tiempo que estuvimos ahí, nos costaba mantenernos en pie, muchos nos afirmábamos de otros y esos otros afirmados débilmente a mesas o cualquier cosa que nos diera algo más de estabilidad.
En eso no pude evitar mirar de reojo a nuestra sala de máquinas, las lámparas se balanceaban casi metro y medio, nuestros carros B18, H-18 y Z-18 derrapaban y danzaba al tenor de este terremoto, los objetos se caían, artículos, uniformes y cascos que también se precipitaban al suelo, tampoco los portones lograron aguantar la tensión y no pudieron permanecer más cerrados, así mismo la piscina no lograba mantener el agua la cual salía despedida como con violentas olas alcanzando casi el metro hacia afuera.
Según los registros el movimiento telúrico duro aproximadamente 2 minutos en la región metropolitana. Favorablemente hasta ahí nuestro plan había funcionado, nadie de nosotros resulto con algún tipo de daño o lesión. Los segundos pasaron muy lentos y con la tierra aun vibrando en nuestras radios por 5-1 se escuchó lo siguiente:
“Uno a Central”
Con la voz quebrada, casi a punto del llanto, la valiente operadora de la central responde: “Adelante uno…”
“Central, decrete acuartelamiento general inmediato para todas las compañías de la institución”
De la misma forma la operadora responde: “Conforme comandante, se decreta acuartelamiento general inmediato para todas las compañías de la institución.”
Era nuestro Comandante Cristóbal Goñi, el cual y con una serenidad imposible da la primera instrucción de carácter general.
En la Dieciocho y en paralelo a toda esta situación una vez cesado un poco el terremoto vimos que los primeros en bajar fueron los guardianes, los cuales de inmediato salimos a su encuentro reuniéndonos en la sala de máquinas, lo primero fue chequear el estado de unos a los otros, también nos sometimos rápidamente a las órdenes de nuestro voluntario a cargo Felipe Arancibia quien solicitó a la guardia nocturna revisar el estado en que había quedado nuestro cuartel, nos movíamos en grupos y parejas, fuimos minuciosos, revisamos cada habitación y espacio que componía nuestro cuartel, también asistimos en ese acto a nuestros cuarteleros Luis Ayala y Julio Arce, que al no ver nada dañado de importancia y con un compromiso más allá de su trabajo don Luis de inmediato mueve las maquinas hacia afuera, esto para evitar que nuevas replicas puedan dañar nuestra principal herramienta de servicio: “nuestros carros”.Pasado los minutos y aun con la voz quebrada la central de alarmas con un profesionalismo sobresaliente que quedara en evidencia durante toda esa jornada comienza rápidamente tomar contacto con cada cuartel haciendo una revista rápida del estado de los voluntarios y los daños en los cuarteles. Afortunadamente no hubo daños importantes tanto para nosotros y nuestras pares del CBS, lamentablemente hubo una excepción, nuestro cuartel general que sufrió graves daños los cuales tomaría años poder recuperar, sin embargo, las compañías podíamos continuar con nuestra labor de acudir en ayuda, lo cual y sin duda en los próximos minutos seria la tónica de esa fatídica jornada.
Hasta ahí y siendo cerca de las 03:40 minutos la situación aún era de confusión, muchos vociferaban que el epicentro había sido en Rancagua, algunos sintonizaban la frecuencia de la ONEMI (Organismo Nacional de Emergencias) los cuales hacían sus reportes iniciales, pero en verdad no sabíamos que tan afectado había quedado la ciudad y nuestro país en general, la señal de los teléfonos era muy inestable. Era en ese entonces que acompañado solo por la luz de nuestras linternas y portátiles empezamos poco a poco a dimensionar lo que estaba sucediendo, no pasaron más de 15 minutos desde el terremoto cuando la central comienza su incesante sinfonía de rescates y llamados de comandancia, eran las primeras secuelas del terremoto, los rescates de personas atrapadas y accidentes fueron los llamados que más se repitieron. También recuerdo que muchos guardianes que no lograron tomar contacto con sus casas fueron muy rápidos a ellas para “chequear” el estado de sus familias y seres queridos, pero que después volvían rápidamente para cumplir con el acuartelamiento.
Figuran las 04:34 de la mañana, estábamos todos en la sala de maquina y en la zona de portones, esto por las incesantes replicas que ocurrían y que no daban tregua, cuando de pronto la central de alarmas por la saturación de llamados y sin esperar una respuesta despacha: “Central a H-18, diríjase a 10-6 Marchant Pereira y Carlos Antúnez”. Nuestro H-18 era el primero en salir, salimos sin saber que acudiríamos a 3 emergencias seguidas de naturaleza similar. Recuerdo que en ese instante no se estaban dando “preinforme” y que la central en ocasiones no esperaba a que las maquinas estuvieran 6-8 para despachar a otro llamado de comandancia, en eso se nos solicita rápidamente estar en un 10-5 en las calles Providencia y Ricardo Lyon, finalmente a las 04:46 minutos se nos despacha a un 10-6 a la Dehesa con Comandante Malbec, Lo Barnechea. En cuanto a los llamados los dos primeros eran edificios habitacionales los cuales producto de su antigüedad resultaron muy afectados en sus cañerías presentando múltiples fugas de gas, mientras que la última eran fugas de gas en centro comercial el cual resulto severamente dañado por el movimiento telúrico. Durante los tránsitos a los servicios pudimos evidenciar el nivel de caos que tenía la ciudad, vehículos desplazándose a altas velocidades en calles obscuras, semáforos cortados y/o caídos, escombros en todas las avenidas, objetos caídos, señaléticas, cables de servicio y eléctrico, la señal de teléfono aún era precaria e inestable. Recuerdo también que muchas personas se nos acercaban a preguntarnos qué había pasado y cuál era la real gravedad de toda esta situación, preguntas que lamentablemente hasta ahí no tenían respuesta.
En paralelo nuestra B18 fue despachada a un 10-4 en Presidente Kennedy con Gerónimo de Alderete, el llamado trato que producto del movimiento telúrico provoco la caída de una roca desde la pasarela lo que resulto que un vehículo chocara contra esta.Ya eran casi las 7 de la mañana, la ciudad se deslumbraba con los primeros rayos de luz y se empezaba a apreciar el daño real que provoco este terremoto, en ello sale el primer incendio de proporciones al cual nuestro Z 18 acudió a la comuna de Colina (10-12) como apoyo para un incendio importante que se estaba produciendo en una fábrica de productos químicos; ahí se nos relataba los múltiples incendios en sectores industriales, también carreteras destruidas y pasarelas caídas interrumpiendo grandes arterias de la ciudad.A la fecha se estima que el C.B.S asistió a cerca de 144 actos solo ese día, concentrados el 90% durante las primera horas del terremoto, hubo actos que muchas veces quedaron sin contabilizar por el caos producido, pero que sin duda y a pesar de ello el Cuerpo de Bomberos de Santiago respondió de manera incansable prestando soporte a todas esas personas que violentamente vieron interrumpido su cotidianidad por este violento terremoto.
Durante la mañana ya nos vamos enterando de la gravedad de la situación, el epicentro no fue en la zona central como algunos creían, sino que era en la zona sur de nuestro país, nuestras preguntas poco a poco empezaban a ser respondidas, por las radios y la televisión se determinaba información más exacta y escuchamos por primera vez que lo que habíamos vivido fue un terremoto grado 8.8 el cual se estima que afecto a más de 13 millones de habitantes concentrados en la región del Bio Bio, Maule, O’Higgins y Metropolitana, también ya se hablaba de un Tsunami que a esa hora empezaba a afectar nuestras costas de la zona sur-centro, lo cual lamentablemente fue el responsable de la mayor cantidad de muertes y destrucción.
Del terremoto y posterior tsunami ocurrido el 27 de febrero del 2010, nuestro país se enfrentaba a un rival formidable un “terremoto con posterior tsunami”, el que se convirtió en uno de los mayores desafíos que como nación recién entrando en nuestro bicentenario de vida nacional nos tocase medirnos y que sin duda marcaria un precedente en toda esa década. Este movimiento telúrico registrado como 8.8 en la escala de Richter el cual tuvo como epicentro en nuestras costas a 56 km al sureste de Cauquenes y 153 km al noreste de Concepción dejo una contienda abierta a todas las esferas de nuestra sociedad, en la cual como bomberos por nuestro rol debíamos ser protagonistas. A las pocas horas de ocurrido el terremoto era evidente la magnitud del desastre y por ende demandaba un nivel de respuesta a todo nivel. Fue con ello que el C.B.S activo distintos recursos de auxilio a las regiones afectadas, específicamente Talcahuano – Concepción, entre ellos la primera respuesta inmediata fue la Fuerza de Tarea (USAR), el cual se activó casi simultáneamente el mismo día del terremoto, esto por la gran cantidad de víctimas desaparecidas que dejo el tsunami y edificios colapsados, ahí partiría un grupo de dieciochinos compuesto por Nuestra Inspectora Carla Aguirre, Vol. Felipe Arancibia, Vol. Nicolas Lara y Vol. Benjamín Román; ellos prestaron un rol importante en el colapso del edifico “Alto Rio” para el rescate de personas y víctimas atrapadas en distintos niveles de un edificio que colapsó casi desde su base, su misión fue larga pero exitosa pudiendo lograr el rescate de víctimas y recuperación de cuerpos, esta misión duraría varios días de un trabajo fino, agotador e incesante, donde los rescatistas estaban expuestos a condiciones extremas de operación pero que el grupo estaba especialmente entrenado para trabajar en estos contextos.
A los 6 días es despachado nuestro Z-18 junto a Z-10 para apoyar el desastre sanitario - humanitario que ya se estaban viviendo en la zona, la falta de sistema de distribución de agua y alcantarillado agudizaba aún más el problema, la falta de grifos complicaba para las emergencias y la red de aguas quedo seriamente comprometida dejando a casi a la totalidad de la ciudad de Talcahuano y Concepción sin estos recursos, en esa tripulación iba nuestro Vol. Pascual Pérez como conductor junto con los bomberos Pablo Cruz y Jorge Mahaluf, la misión de ellos era una labor muy amplia: desde apoyar en las distintas emergencias que se produjeran día a día en la zona hasta asistir a la población con agua, misiones destacables fueron el incendio químico en la universidad de Concepción, el desastre de las pesqueras por roturas de estanques y atochamiento de material biológico. De acuerdo con su testimonio la escena era impactante, muchas pérdidas materiales y daños severos en todas las estructuras incluyendo cuarteles de bomberos, los cuales y a pesar de ello llevaban trabajando más de una semana ininterrumpidamente en recuperar y reparar lo que fue antes su ciudad.
Fue en este contexto y siendo el 9 de marzo el señor Comandante informa la orden del día N°51 del año 2010, la cual da instrucción de movilizar a 25 bomberos del C.B.S para apoyar y reemplazar a personal de distintas compañías del Cuerpo de Bomberos de Talcahuano - Concepción, es así como 3 Dieciochinos compuestos por Ciro Cornejo Lorca, Benjamín Sanfurgo Marin y Michael Moore Galdames son encomendados a participar como parte del grupo de apoyo.
Nuestra misión era descongestionar por 5 días a los bomberos de Talcahuano, los que ya mostraban signos de agotamiento extremo, y donde tenían la necesidad ellos mismos en trabajar en la recuperación de sus propias viviendas y cuarteles. Fue así como despedidos por nuestro Comandante partimos a la ciudad de Concepción posterior ciudad de Talcahuano, ahí rápidamente Teniente Primero de la Undécima Compañía, quien estaba a cargo de la delegación del Cuerpo de Bomberos de Santiago coordino con los comandantes de Talcahuano - Concepción como deberían ser distribuidas estas fuerzas adicionales, a los 3 dieciochinos se nos asignó la 2da Compañía del Cuerpo de Bomberos de Talcahuano los cuales habían perdido la totalidad de su cuartel producto de tsunami el cual invadió sus paredes hasta casi el metro y medio destruyendo todo a su paso, una mezcla de agua, lodo y escombros dejaban pocas cosas por recuperar inclusive carros reliquias que mantenían al resguardo. Las pérdidas de la ciudad eran cuantiosas, carros destruidos, cuarteles devastados, botes varados varios cientos de metros al interior de la ciudad, pérdidas totales en muelles y centros pesqueros, casas y locales comerciales destruidos y por supuesto la lamentable pérdida de vidas humanas por esta misma situación.
La experiencia era abrumadora, desde muy temprano debíamos salir apoyar labores como retiro de escombros, traslado de aguas y las emergencias que acontecían diariamente a los bomberos de la zona. Esta dinámica se repitió muy similar en todos los días que estábamos en misión, durante la semana las réplicas aun eran incesantes, era difícil acostumbrarse a ellas y cada vez que ocurrían el rostro de las personas se desfiguraba por el temor de que ocurriera nuevo terremoto – tsunami peor al 27-F, era difícil contabilizar la cantidad de fuertes replicas que ocurrían a toda hora, en donde muchas veces debíamos detener nuestros trabajos y evaluar si podíamos seguir operando o evacuar a una zona segura.
Una de las emergencias más importantes se produjo en una alarma de incendio en la zona industrial de Talcahuano, se trataba de fuego en taller el cual fue consumido completamente por las llamas, el trabajo fue muy complejo debido a la poca disponibilidad de agua por lo que el ataque al fuego se limitó a controlar la propagación y usar mucha herramienta manual para intentar sofocar el incendio, hasta ahí todos los carros cisternas tenían un rol fundamental para el tratamiento de estas emergencias.
Después de 5 días de un arduo trabajo el equipo de 25 bomberos del C.B.S regresa a Santiago afortunadamente sin novedad, pero con una sensación agridulce de haber podido aportar y ayudar a nuestros pares del sur en uno de los mayores desastres de que se tiene registro en nuestra historia, pero que sabíamos que aún estaba lejos de terminar, los cuarteles seguían destruidos, las réplicas no cesarían, las emergencias seguirían y que la reconstrucción estaba muy lejos de llevarse a cabo.
Reflexión final de un voluntario nuevo, no puedo evitar sentir mi completa admiración por el Cuerpo de Bomberos de Santiago, el terremoto no solo nos puso a prueba a nivel personal – familiar. Que a pesar de las limitaciones y dificultades existentes, todos los integrantes que componían nuestro cuerpo de bomberos, personal rentado, cuarteleros, operadoras de central de alarmas, voluntarios y lideres respondieron y demostraron estar preparados, su participación fue determinante y significo que de alguna manera u otra que a nuestros 147 años de historia institucional no fuera necesario “quedar fuera de servicio”, tampoco que la ciudad de Santiago se quedaran sin sus bomberos, que en escenarios tan terribles como estos son los bomberos quienes son capaces de mantener la operativa y el compromiso férreo de auxiliar a nuestra comunidad y dar una mano al que sufre cuando nadie más puede.
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